Son muchos los grandes maestros a lo largo de la historia de la humanidad, con independencia de las distintas filosofías o tendencias espirituales, que coinciden en algunos aspectos básicos, que subyacen en el trasfondo de la espiritualidad del ser humano y de cómo encontrar la felicidad y la cesación de los altibajos, del desasosiego, del sufrimiento, o como algunos le llaman hoy, del estrés o de las crisis personales.
La pregunta clave que debemos cuestionarnos en relación a la felicidad son las siguientes: ¿Que es ésta? ¿Que significa? ¿Es realmente posible la felicidad?
Aceptar que es posible la felicidad auténtica, solo porque algunos grandes maestros hablaron o afirmaron que es posible para todos los seres humanos, no es un argumento suficiente. La comprensión de ésta no se puede fundamentar solo en lo que describen o señalan los libros, incluidos los sagrados o los de los grandes filósofos. Podemos “acercarnos” a ella, tocarla solo con la punta de los dedos, reflexionando. Pero solo es susceptible de ser percibida de forma directa, experiencial. No es una reflexión, es una experiencia íntima, algo que tienes que sentir en lo mas profundo de tu ser.
Por lo tanto, ¿cuál es su naturaleza? Si la analizamos un poco, podremos comprobar que la felicidad tiene dos caras.
La primera es ese sentimiento de excitación repentina o alegría pasajera que todos conocemos, basados en lo externo: personas, objetos, viajes, música, diversiones, fiestas, el calor de la chimenea, una ducha caliente…. Son placeres temporales que todos los seres humanos, en función de nuestra propia personalidad, disfrutamos temporalmente durante nuestra existencia.
La segunda es esa alegría constante, duradera, tranquila, sin excitación, que nace de nuestro interior, que no depende de causas externas pasajeras. Y esa es a la auténtica felicidad a la que me refiero. Aquella que todos, en lo más profundo de nuestro ser, deseamos tener.
¿Y es es posible? !Sí se puede conseguir! Todos los seres humanos, sin distinción de raza , sexo, religión o pensamiento político, tenemos ese derecho y podemos obtenerla, pues está en la esencia más pura e intima de todos nosotros.
¿Pero cómo podemos llegar a conseguirla?
Desafortunadamente, muchas personas piensan o creen que ya no pueden cambiar y, en consecuencia, sus corazones no están abiertos a aprender cosas nuevas acerca de la realidad de la vida o sobre la naturaleza de los fenómenos, sobre nuevas filosofía o nuevas materias o enseñanzas. Ni siquiera se plantearían analizar nuevas posibilidades. Y esto es un obstáculo que les previene de experimentar tanto la felicidad temporal como la felicidad autentica o última.
18-3-2017
El Dalai Lama explica:
… Abordemos la alegría y la felicidad tal como las entendemos desde una perspectiva mundana. Dentro de este contexto, hay ciertos elementos clave que contribuyen a la alegría y la felicidad. La buena salud, por ejemplo, se considera un elemento necesario de una vida feliz. Otra fuente de felicidad son nuestras posesiones materiales o el grado de riqueza que acumulamos. Y también tener amistades o compañeros. Todos reconocemos que, para disfrutar de una vida plena, necesitamos de un círculo de amigos con los que podamos relacionamos emocionalmente y en los que podamos confiar.
»Todos estos factores son, de hecho, fuentes de felicidad. Pero para que un individuo pueda utilizarlos plenamente con el propósito de disfrutar de una vida feliz y realizada, la clave se encuentra en el estado de ánimo. Es lo esencial.
»Si utilizamos de forma positiva nuestras circunstancias favorables, como la riqueza o la buena salud, éstas. pueden transformarse en factores que contribuyan a alcanzar .una vida mas feliz. Y, natural mente, disfrutamos de nuestras posesiones materiales, éxito, etcétera. Pero sin la actitud mental correcta, sin atención a ese factor, esas cosas tienen muy poco impacto sobre nuestros sentimientos a largo plazo. Si, por ejemplo, se abrigan sentimientos de odio o de intensa cólera se quebranta la salud, destruyendo así una de las circunstancias favorables. Cuando uno se siente infeliz o frustrado, el bienestar físico no sirve de mucha ayuda. Por otro lado, si se logra mantener un estado mental sereno y pacífico, se puede ser una persona feliz aunque se tenga una salud deficiente. Aun teniendo posesiones maravillosas, en un momento intenso de cólera o de odio nos gustaría tirado todo por la borda, romperlo todo. En ese momento, las posesiones no significan nada. En la actualidad hay sociedades materialmente muy desarrolladas en las que mucha gente no se siente feliz. Por debajo de la brillante superficie de opulencia hay una especie de inquietud que conduce a la frustración, a peleas innecesarias, a la dependencia de las drogas o del alcohol y, en el peor de los casos, al suicidio. No existe, pues, garantía alguna de que la riqueza pueda proporcionar, por sí sola, la alegría o la satisfacción que se buscan. Lo mismo cabe decir de los amigos. Desde el punto de vista de la cólera o el odio, hasta el amigo más íntimo parece glacial y distante.
»Todo esto muestra la tremenda influencia que tiene el estado mental sobre nuestra experiencia cotidiana. Por tanto, debemos tomamos ese factor muy seriamente.
»Así pues, dejando aparte la perspectiva de la práctica espiritual, incluso en los términos mundanos del disfrute de la existencia, cuanto mayor sea el nivel de calma de nuestra mente, tanto mayor será nuestra capacidad para disfrutar de una vida feliz.
(continuará)
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